28.5.09

Dinamarca

Estaban a punto de salir del aeropuerto y emprender su camino hacia el hotel. La distancia que les separaba de su destino la podían cubrir en cuatro minutos (según les dijo la señorita de la oficina de turismo). Se pusieron los abrigos y los guantes y emprendieron su camino hacia el hotel mientras tiraban de sus maletas. De repente, empezaron a sentir pinchazos en la cara y las manos. El fuerte viento sólo les permitía dar pequeños pasos. Notaban el pelo enganchado a la cara. Cuando sólo quedaban unos segundos para llegar al hotel, dejaron de sentir las manos y la cara les dolía. Una vez a cubierto, pudieron mirarse y, tras reír durante un rato, dijeron: ¿Por qué no informan en las guías turísticas de lo peligrosa que es la lluvia danesa?

Aarhus

Aarhus

Ribe

Dúnia

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