Marta, vivía en la granja de sus padres. No le gustaba demasiado trabajar en ella pero era lo que les daba de comer así que no tenía otra opción. Un día, sus padres, viendo que ponía mala cara cuando se disponía a empezar a trabajar, le preguntaron: ¿qué tarea es la que más te gusta? Sin pensárselo dos veces, Marta respondió: Me encanta trabajar en el corral. Y así era, existía una adoración mutua entre ella y el gallo. Pues lo había visto nacer, lo trataba como si fuera su hermano, lo acariciaba, le explicaba sus secretos y le daba el mejor pienso. Por su parte, él, cada vez que Marta entraba en el corral, no se despegaba de ella, la seguía hasta que salía de allí.
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